Nací en Ferrol en el año 1948.

Viví una infancia normal, feliz, como cualquier niña de aquella época. Mis estudios primarios los hice en el Grupo Escolar de mi barrio, “Ibáñez Martín”. Fue aquí donde comencé a sentir mi afición por el dibujo. Había en la clase un LIBRO que a mí me parecía maravilloso, en el cual escribían y dibujaban únicamente algunas alumnas. Cuando yo fui merecedora de ello, me motivaba tanto que mi afición por el dibujo crecía… Aquel libro le llamábamos “el diario”.

El bachillerato lo estudié en el “Instituto Concepción Arenal”. También en él me sentía francamente cómoda durante aquellas clases de dibujo en las que copiábamos bustos o cabezas de escayola, únicamente modelándolas con las sombras hechas a lapicero.

Estudié, más tarde, Magisterio en la Escuela que regentaban en mi ciudad las M.M. Mercedarias. Allí fue donde comencé a hacer decorados, carteles, ilustraciones para niños… en la asignatura de Metodología y Prácticas. Cada vez más disfrutaba con las materias de expresión plástica. Me volqué con mis habilidades en el mundo de los niños para el cual me estaba formando. Mis primeras acuarelas fueron en esa época. La decoración atraía mucho mi atención y, cuando empecé a trabajar como maestra me solían encomendar este tipo de trabajos.
Me casé joven y continué con mi vida laboral en el Colegio Jesús Maestro (Discípulas) en el cual continúo en la actualidad. Dentro de mí había una asignatura pendiente: asistir a unas clases serias de dibujo y pintura, pero mi vida familiar crecía… nacieron mis dos hijos y era complicado encontrar tiempo para más actividad. Sin embargo, nunca dejé los lápices ni los pinceles. Siempre estaban conmigo “esperando” a que llegase el momento de dedicarles más tiempo. En una ocasión, navegando con mi marido (marino mercante) me propusieron subir a la chimenea del barco y pintar la contraseña de la Compañía… y allí arriba, en medio del mar, cumplí con la encomienda. También en la Iglesia de mi parroquia me encargaba de hacer decorados, carteles… Incluso cada año decoraba el cirio pascual.

Cuando mis hijos se hicieron un poco mayores, decidí ponerme en contacto con el pintor de más prestigio de mi ciudad para acudir a sus clases…. y comencé. Fue una decisión importantísima para mí. Al lado del maestro D. Ricardo Segura Torrella aprendía a dibujar, a ver y a descubrir brillos y sombras. Pronto me indicó que comenzase con los óleos.

Para mí es un honor haber aprendido tanto al lado de este artista ya desparecido. En esa época, formé parte de la Delegación de Manos Unidas y celebrábamos un exposición y subasta de arte cada año. Esto hacía coincidir mi afición a la pintura con el ponerme en contacto con los pintores que desinteresadamente donaban sus obras para la ONG. El mundo del arte se metía en mí cada vez más y, con mucho gusto incluso llegué a dirigir yo aquellas subastas.

En la misma época, decidimos mi marido y yo hacer un viaje como cooperantes a una misión en África. Durante un mes estuvimos allí ayudando en lo que podíamos. Una vez más los pinceles dejaron allí mi huella. En unas paredes de la guardería hice cuatro murales con motivos de la selva, para los niños. Allí permanecen intactos pese al paso del tiempo.

Cuando falleció Segura Torrella intenté buscarme otro maestro, pero esta vez pretendía comunicarme a través de la acuarela. Fue D. José González Collado, a quien admiro, el que me enseño sobre esta técnica lo que sé. Con él a su lado estuve aprendiendo varios años. Hoy continúo viendo su pintura y tratando de empaparme de su arte.

A mis alumnos que se están formando, intento transmitirles mi pasión por el dibujo y la pintura. Ellos, los niños, con su frescura son capaces de comunicar en sus dibujos más que los adultos. También a través de ellos mi aprendizaje es mayor.

Actualmente pinto por mi cuenta, en mi estudio, leyendo y viendo………para seguir aprendiendo.